Todos aceptamos en ir a la playa si hace bueno y empezamos a organizar hora y lugar. Intentamos ponernos de acuerdo sobre la hora, porque el lugar le decidimos enseguida.
Después de intentar organizarnos durante unos diez minutos sobre la hora, conseguimos decidirnos, ya que el objetivo de todos es dormir hasta bien entrado el mediodía.
Llegamos a Santander a eso de las seis menos veinte y, para despedirnos, nos damos un abrazo conjunto y quedamos en vernos al día siguiente en el lugar y a la hora establecidas.
Llego a casa y, justo después de vaciar esa maleta llena de grandes y buenos recuerdos, me meto en mi habitación e intento localizar a Dani en su casa. Estoy un rato hablando con él y me pide que, cuando quiera, pueda y me dejen, vaya a su casa a pasar unos días.
-Sabes que estoy encantada de la vida de ir allí, pero…
-¿Qué sucede ahora?
-No estoy segura de que a tus padres les haga mucha gracia.
-Por eso no te preocupes, se lo he comentado esta mañana y no me han puesto ninguna pega.
-No estoy segura de que les vaya a caer bien. No me han visto nunca.
-Me estás dando a entender que no quieres venir, que el viaje te ha cambiado.
-Eso no es cierto, pero el tener cerca la presencia de tus padres me da un poco de cosa.
-Te diré que mis padres nos van a dejar vía libre para entrar y salir. Pero bueno, cuando te decidas, me llamas y hablamos.
-¿No quieres seguir hablando conmigo? Porque desde que te he dicho lo de la presencia de tus padres, te noto frío y distante.
-Sabes que sí, que quiero seguir hablando contigo, pero tengo que deshacer la maleta.
Con la misma, finaliza la llamada y yo me quedo allí, tumbada en mi cama, con el teléfono aferrado a la mano. Me doy cuenta, después de mucho pensar, de que a Dani le ha incomodado algo de lo que le he dicho.
Pienso que tendría que llamarle para pedirle disculpas por lo que he dicho, ya que, en ningún momento, he pretendido ofenderle o incomodarle. Pero mi conciencia me dice que lo deje estar, que va a ser peor.
Al cabo de un rato, el sonido de la puerta me despierta de mis pensamientos. Mi madre entra en mi habitación con el fin de saber si tengo algo de humor y ganas para ir a dar una vuelta. Acepto alegando que, a pesar de estar cansada tras el largo viaje en autobús, me vendrá bien despejarme un rato. Me dispongo a coger algo de ropa de mi armario cuando oigo que mi móvil emite un pitido que significa que alguien me ha mandado un mensaje. Me acerco nerviosa a leer el mensaje recibido. El mensaje es el siguiente: “Hola, siento mucho que me hayas notado frío y distante. Estoy cansado y bastante vulnerable a alguna cosa de las que me has dicho. A pesar de todo, sigo teniendo ganas de verte”. Me quedo un poco rara sin saber que contestarle y prefiero esperar un rato a hacerlo.
Dejo el móvil posado encima de la cama y me dirijo al armario para encontrar algo de ropa para salir. Después de pasar cinco minutos sin saber que ponerme, opto por ponerme un pantalón corto de color blanco, una camiseta con un mensaje positivo y unas romanas negras.
Me miro al espejo de mi habitación y, a pesar de no estar del todo convencida de la ropa que he escogido ponerme, decido que está bien el modelito elegido para la ocasión.
Estoy dando una vuelta con mis padres hasta que, de pronto, alguien me da un pequeño susto. Me doy la media vuelta y veo que David es la persona que me ha dado el susto. Me da dos besos y me mira sonriente.
-Ya sé que has estado hablando con Dani. Me ha mandado antes un mensaje.
-Parece que no se puede hacer ni decir nada. ¡Cómo corren las noticias!
-Ya ves. ¿Puedo darte un consejillo?
-Dime.
-Te recomiendo que pases unos días a su lado. Tanto tú como él necesitáis, y os merecéis, estar juntos sin la presencia del resto del grupo.
-Ya lo sé, pero no estoy segura.
-Anímate. Sabes muy bien que lo pasaréis de madre, mejor que estos diez días. He de dejarte, he quedado en diez minutos y si sigo hablando contigo me parece a mí que no llego.
-Bueno, mañana tendremos tiempo de hablarlo tranquilamente.
Sigo dando una vuelta con mis padres y contándoles casi todo lo que he hecho durante los días del campamento. Al cabo de un rato, cuando termino de contarles las cosas del campamento, me preguntan sobre la conversación que he tenido con David. Les comento que Dani quiere que vaya unos días a su casa, pero que no estoy segura de hacerlo. Me aconsejan que, si de verdad tengo ganas de ir, me dan su permiso para hacerlo.
Blogroll
Fuente de inspiración
Temas
Archivos
- noviembre 2016
- septiembre 2015
- julio 2015
- febrero 2015
- diciembre 2014
- noviembre 2014
- septiembre 2014
- agosto 2014
- junio 2014
- mayo 2014
- abril 2014
- marzo 2014
- febrero 2014
- enero 2014
- diciembre 2013
- noviembre 2013
- octubre 2013
- septiembre 2013
- agosto 2013
- junio 2013
- mayo 2013
- abril 2013
- marzo 2013
- febrero 2013
- enero 2013
- diciembre 2012
- noviembre 2012
- octubre 2012
- agosto 2012
- julio 2012
- junio 2012
- mayo 2012
- abril 2012
- marzo 2012
- febrero 2012
- enero 2012
- diciembre 2011
- octubre 2011
- septiembre 2011
- agosto 2011
- julio 2011
- junio 2011
- mayo 2011
- abril 2011
Anuncios
ES BONITO RECIBIR UN SMS ASI CUANDO LA MAGIA PARECE HABERSE IDO A DAR UNA VUELTA.
Gracias por ser una de mis fieles lectoras 🙂
Y es más bonito cuando recibes el sms de una persona que sabes que, a pesar de todo, te aprecia en todos los sentidos
Muy bien, Elena. Escribir en presente es bastante más complicado de lo que parece. Tú, sin embargo, llevas ya 25 capítulos.
Ánimo y no dejes de escribir.
Besotes
Reconozco que no me está pareciendo tan difícil, lo que más me ha costado es el cambio de punto de vista. Ya opinarás sobre cómo lo he hecho cuando llegue
Irá Elena a casa de Dani? A mi me gustaría verlo… a ver como se comportan fuera del campamento y sin Daniela ni David. Pero es tu historia y tus personajes…
Ya se verá, tiempo al tiempo, bueno, mejor dicho, capítulo a capítulo